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LA GESTION DE LA FRUSTRACIÓN

Hoy queremos tratar un tema que alguna vez, como dueños/as de nuestros perros, seguramente hayamos vivido: la frustración. Pero en este artículo no queremos hablaros de la frustración de nuestro perro (que también la sienten y la padecen) si no de la que sentimos nosotros como dueños/as.
Antes de nada, nos gustaría introducir un poco el concepto: La frustración es una respuesta de tipo emocional que tiene origen en un conflicto psicológico. Normalmente, este sentimiento es el resultado de una generación de expectativas no cumplidas, por simplificar mucho la explicación.
Durante nuestra vida nos enfrentamos a muchas situaciones que nos generan frustración y cuando educamos a nuestro perro (y creo que no me equivoco al afirmar esto) somos muchos los que nos hemos sentido así alguna vez. En primer lugar, cuando tomamos la decisión de llamar a un profesional y ponernos en sus manos para atajar un problema (o simplemente empezar con un adiestramiento básico), nuestras expectativas suelen ser bastante altas ¿me equivoco? Si no hemos trabajado nunca con profesionales del adiestramiento canino, algunas personas piensan que les vamos a solucionar su vida y la de su perro en pocas sesiones y que por el mero hecho de contratar estos servicios, tienen medio camino recorrido. No obstante, la frustración llega cuando vemos que nuestro adiestrador/a de referencia no tiene herramientas ni recursos mágicos que hacen que nuestro perro sea de diez en la tercera sesión. ¿Y cómo gestionamos esto?
Hemos de saber que la base para empezar a entrenar o adiestrar a nuestro perro es una: el trabajo constante. A partir de aquí y una vez seamos conscientes de que el COMPROMISO es esencial cuando iniciamos esta tarea, nuestras expectativas serán más acordes a la realidad y por tanto, generaremos menos frustración.
En segundo lugar, somos conscientes que muchas veces es inevitable que aparezca ese sentimiento. Aun estando comprometidos con el trabajo y el entrenamiento diario y sigamos a raja tabla las indicaciones de nuestro adiestrador/a, es muy común que experimentemos situaciones que nos frustren y nos hagan decaer de vez en cuando. Seguro que alguno de nosotros hemos vivido situaciones en las que un día en concreto tenemos la sensación de que hemos dado algún paso atrás en el entrenamiento. Desde aquí os avanzamos que es normal. Es normal que hayamos avanzado mucho con nuestro perro y que de repente un día no nos haga tanto caso como de costumbre. Al igual que nosotros tenemos días mejores y días peores, nuestros compañeros peludos también.
Por tanto, es posible que un día en concreto tengamos muchas ganas de poner en práctica todo lo aprendido, pero que nuestro perro no esté tan receptivo como de costumbre. Lo mejor para evitar la frustración es dejarlo para otro momento. Así evitaremos sentimientos desagradables (miedo o estrés por ejemplo) derivados de esa frustración y que se la traslademos a nuestro perro. No es bueno forzar situaciones. Tanto para él como para nosotros su educación debe ser algo que en mayor medida, genere sentimientos y emociones positivas.
Las personas somos cambiantes durante el día a nivel emocional. Podemos estar alegres y que de repente, debido alguna estímulo o evento determinado sintamos algún otro tipo de emoción como el miedo o el asco, por ejemplo. Estos cambios emocionales que experimentamos durante el día también los vivimos cuando estamos entrenando a nuestro perro. Es importante, para la vida en general pero también para la educación canina, una buena gestión de nuestras propias emociones, lo que actualmente se conoce como la inteligencia emocional.
En próximos artículos os hablaremos de este concepto y cómo una buena/mala gestión emocional puede influenciar en la educación de nuestros perros.
¡Desde BuffCan realizamos una labor pedagógica tanto en nuestros perretes como en sus dueños/as! 

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