Dentro del apartado de ADIESTRAMIENTO y siguiendo con el hilo de la SOCIALIZACIÓN vamos a hacer referencia a unas de las consecuencias más graves por una mala gestión por parte del DUEÑO y que repercute directamente en la calidad de vida de nuestros perretes y de nuestra sociedad: LAS PELEAS.
Los tres motivos más
comunes para que dos perros se enfrenten o incluso lleguen a pelearse
son:
- Protección de
recursos: esto puede ser en el parque jugando con una pelota, por
comida, etc.
- Protección a una
hembra, cachorro o un humano (sobretodo con niños): cuándo nuestro
perro no deja que se nos acerque otro perro aunque sea de forma
amigable.
- Por el simple
hecho de ver que otro perro está cerca de él.
La razón por la que
nuestro perro puede mostrarse agresivo en cualquiera de las
situaciones que hemos mencionado anteriormente es por no haber
experimentado una buena socialización de cachorro. Un perro con el
que hayamos trabajado una socialización perfecta no debería
pelearse a menos que sea para defenderse o defender a cualquier
miembro del grupo.
En casos extremos
estaríamos hablando de estos perros que cuando ven a otros perros su
único objetivo es entrar en pelea.
En términos
generales la socilización es el proceso a través del cual nuestro
perro aprende a relacionarse con otro perros y con los humanos.
Cuando ese proceso no se realiza correctamente nuestro perro verá a
los otros como una amenaza o como algo desconocido. Por lo que
mostrará mucho recelo y desconfianza. Así que nuestro perro no se
sentirá cómo con otros perros e intentará evitarlo.
El problema es que
en muchas ocasiones no será posible evitarlos y nuestro perro
ladrará. Al ladrar los demás perros se alejaran y por tanto nuestro
perro aprenderá que cuando ladra los demás perros se alejan de él.
Este es el caso típico de los perros que solo se muestran agresivos
cuando están cogido con la correa: ya que al no poder escapar
aprenden que la única solución para que el otro perro se aleje es
un ataque.
La edad ideal para
la socialización de nuestro perro es de los 0 a los 4 meses. Dentro
de este periodo de socialización tenemos la IMPRONTA que va de las 4
a las 8 semanas. Este período es el espacio de tiempo que transcurre
entre el inicio de la madurez sensorial y la madurez de estructuras
nerviosas que controlan las respuestas al miedo ante las situaciones
nuevas. La impronta es el motivo principal por lo que no debemos
separar a un cachorro de su madre antes de las 8 ó 10 semanas de
edad. Durante este periodo es muy importante que el cachorro esté
con su madre y sus hermanos.
Socializar un
cachorro es algo más sencillo de lo que pueda parecer, simplemente
se trata de presentarle otros cachorros u otros perros, personas e
incluso ambientes diversos de forma regular. Es muy importante que
conozcan todo tipo de perros (grandes, medianos y pequeños). Lo
único que es vital, o muy importante, es que la interacción sea
POSITIVA. Nunca debemos dejar que nuestro cachorro se relacione con
otros perros si estos perros pueden mostrar cualquier tipo de
conducta agresiva hacia nuestro cachorro o niveles de energía muy
altos desde el primer segundo ya que esto podría asustar a nuestro
perro y, por tanto, dejar una experiencia negativa de esta
interacción. Lo más importante es que durante estos cuatro meses es
que todas las experiencias de nuestro perro con otros perros sea
positiva.
En resumen, es muy
importante que todas las interacciones de nuestro perro con otros
perros sean positivas porque así nuestro perro en el futuro no verá
a los otros perros como una amenaza o algo de lo que deba desconfiar.
Si tu perro no tiene todas las vacunas deberás hacerlo en casa para
minimizar el riesgo de contagio.
En perros adultos
que no han tenido una buena socialización de cachorro es más
complicado. En casos extremos son casos que se deben tratar con un
experto en comportamiento canino. En estos casos estamos en peligro
de que el perro muerda o reaccione mal a la situación ya que
estaremos exponiéndolo a situaciones en las que no se siente cómodo
y con mucho ESTRÉS.
Lo primero que
debemos evitar es forzar a nuestro perro en situaciones que lo
incomoden. Tenemos que encontrar el punto exacto donde nuestro perro
aún se siente cómodo y premiarlo si no reacciona mal o si podemos
mantenerlo bajo control. A partir de este punto intentaremos
introducir nuevos estímulos y enseñarle a ampliar su zona de
confort.
El tiempo en el cual
tenemos que practicar esto varia mucho en cada perro ya que hay que
ir adaptándose a los avances del perro. Hay que tener en cuenta que
este es un proceso que puede requerir varios meses de práctica y que
en algunos casos lo único que conseguiremos es que nuestro perro no
sea reactivo en estas situaciones. Por desgracia puede ser que se
siga sintiendo incómodo de por vida en contacto con otros perros
desconocidos para él.
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