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LA ANSIEDAD POR SEPARACIÓN

En estos días difíciles para todos, en los que la mayoría de nosotros hemos roto nuestros hábitos y cambiado por completo nuestros horarios seguramente hayamos alterado la rutina con nuestros perros, como por ejemplo la duración de los paseos, los lugares a visitar, los momentos de juego, etc. Otro aspecto importante a destacar y en el que queremos centrarnos en este artículo, es que debido a la situación actual estamos pasando mucho más tiempo en casa, algo que seguramente nuestros compañeros de vida agradecen, pero…¿Qué pasará cuando todo esto acabe?
Si tenemos un perro que hasta ahora estaba acostumbrado a pasar horas solo en casa y sin ningún problema emocional grave, sabremos que ellos normalmente utilizan este tiempo para descansar, relajarse, entretenerse con sus juguetes…pasatiempos saludables para ellos que hacen la espera de nuestra vuelta a casa más agradable. Evidentemente en estos ratos de “tiempo muerto” también experimentan aburrimiento, entre otros, y son los momentos en los que se suelen quedar dormidos o relajados.
No obstante, es posible que después de esta situación, en la que el perro ha estado acompañado por nosotros durante todo el día: no hemos salido de casa y hemos estado haciéndoles compañía durante más horas, la vuelta a la nueva normalidad sea un poco más complicada para ellos

FOBIAS CANINAS:

Todos los perros pueden tener sus “miedos” (igual que las personas), pero en ocasiones llegan a ser graves: si son incontrolables se considera que ha traspasado la barrera y los podemos calificar de auténticas fobias y requieren que actuemos para solucionarlos o al menos disminuirlos en lo posible.

Dependiendo del alcance del miedo o la fobia, el proceso puede durar bastante tiempo, pero si lo hacemos sin prisa y de forma gradual, sin someter al perrete a presiones innecesarias, conseguiremos un resultado completamente fiable y duradero. Para ello, necesitaremos el soporte de un PROFESIONAL, pero aún así, intentaré explicar de forma resumida las fases más importantes de la terapia.

Lo primero a trabajar es la desensibilización al estímulo, esto es una exposición controlada del animal a aquello que le da miedo. Se introduce suavemente el elemento que perturba (por ejemplo petardos, acustofobia) de tal forma que el perro prácticamente ni lo note, para que así, muy poco a poco, ir introduciendolo en el ambiente. Ésta es la filosofía de la desensibilización, siempre evitando el ESTRÉS ya que no podemos olvidar que el estrés es acumulativo y tiene efecto residual. Como hemos mencionado antes, dependiendo del alcance del miedo o la fobia, el proceso puede durar bastante tiempo, pero si lo hacemos sin prisa, de forma gradual y sin someter al perro a presiones innecesarias, conseguiremos un resultado completamente fiable y duradero en el tiempo. Repito, sin prisa porque hay muchos dueños que apremian a los profesionales a un mínimo de sesiones que hace inviable la terapia.