Seguimos con los
post de parásitos y después de PULGAS y GARRAPATAS, hablaremos de
MOSQUITOS:
Podemos decir que,
salvo en toda la cornisa Cantábrica, la presencia del flebotomo
(mosquito transmisor de la enfermedad) es absoluta en el resto de la
geografía de la Península Ibérica. Los flebotomos son insectos de
pequeño tamaño, de entre dos y cuatro milímetros de longitud
(viuditas o beatillas). Son diferenciables entre el resto de los
mosquitos a simple vista gracias a que tienen unas patas muy largas,
sus alas son casi igual de largas que el cuerpo y cuando están en
reposo las dejan abiertas en forma de “V”. Sólo las hembras
necesitan ingerir sangre para el desarrollo de los huevos, por lo que
son las únicas capaces de transmitir la enfermedad. En plena
naturaleza estos mosquitos crían en aquellas zonas dónde se acumula
materia orgánica y conserva una humedad relativamente alta.
En ambientes
naturales, los flebotomos se reproducen en madrigueras de animales
(conejos y ratas) y al pie de árboles y arbustos. Por otra parte, el
hombre le ofrece una gran cantidad de hábitats como sótanos,
leñeras, jardines, alcantarillas, basureros, granjas y un largo etc.
en los que se han adaptado a vivir de manera óptima. Las hembras se
alimentan de sangre de mamíferos y aves y a lo largo de su vida (30
días) puede picar entre tres y cinco veces aunque la mayoría muere
después de la primera picadura y poner sus huevos. El ciclo
biológico de este mosquito está muy influido por las temperaturas
(entre 17 y 30ºC). Además se sabe que este mosquito pica en
temperaturas entre 15 y 28ºC y con una humedad ambiente del 60% lo
que suele coincidir con el atardecer y con el amanecer.
La mejor protección
que existe a día de hoy contra la enfermedad son los collares de
deltametrina (SCALIBUR) cuya eficacia se apunta que es superior a
seis meses.
Su actividad ha sido contrastada en estudios clínicos
realizados en Brasil en proximidades del Vesubio, donde la colocación
de estos collares a los perros ha hecho disminuir enormemente la
presencia de la enfermedad. Otros productos que se publicitan como
útiles para prevenir la picadura del flebotomo son ADVANTIX y EXPOT
en formas de pipetas de aplicación mensual.
Una vez inoculada la
leishmania tras la picadura del flebotomo son capturados por las
células, que son destruidas por el propio parásito, y así pasa a
la sangre y se distribuye por todo el organismo vía hemática o
linfática y atacando, sobretodo, el bazo, médula ósea, los
ganglios linfáticos, el hígado, los riñones y la piel. En el
periodo inicial los síntomas pueden pasar inadvertidos (pérdida de
peso, astenia, apatía, anorexia y fiebre). Además se pueden
observar alopecias alrededor de los ojos y orejas, con dermatitis en
algunas zonas del cuerpo, úlceras cutáneas, inflamación de
ganglios, conjuntivitis y hemorragia nasal. Conforme avanza la
enfermedad podrá aparecer rinitis sero-mucopululenta, paresia de las
extremidades posteriores, signos de disfunción renal, encorvamiento
dorsolumbar permanente y trastornos gastrointestinales.
Debemos saber que el
diagnostico de esta enfermedad no es siempre una tarea fácil, debido
a la gran variedad de síntomas con que se puede presentar. Se trata
de una patología crónica con un largo periodo de incubación
(semanas-años) durante el cual el perro es portador del parásito y
es infeccioso para los mosquitos (actúan como fuente potencial a
humanos y a otros perros) aunque no existe relación entre los
síntomas del animal y su potencial de transmisión. En honor a la
verdad, los tratamientos no suelen ser curativos y, a pesar de
conseguir una excelente mejora en los perros afectados, se pueden
presentar recaídas entre los seis y los dos años después de
establecidos los tratamientos ya que en muchas ocasiones la respuesta
inmunitaria no acompaña a la acción de los medicamentos. Los
productos habitualmente utilizados son el antimoniato de meglumine
(glucantime) inyectado y el alopurinol (Zyloric) por vía oral.
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