Podría parecer que
cuando hablamos de relaciones perro-humano estemos hablando de algo
complicado, especial o extraño. Ni mucho menos: para la relación
perro-humano usamos las mismas herramientas y modos de funcionamiento
cerebrales que los que utilizamos para las relaciones con otros
humanos. Por eso la amistad entre nosotros y nuestros perretes
aparece de forma natural para nosotros y para ellos.
Sabemos que la
esperanza de vida de nuestros perretes es menos longeva que las
nuestras. Esto implica que nos encontremos con emociones intensas,
que no pueden medirse y que varia considerablemente de unas personas
a otras. Es posible que alguien a quien la muerte de un perro con el
que ha compartido 15 años de su vida le suponga emocionalmente mucho
más que lo que para otra persona. Aún así, hemos de pensar que
si hemos sido capaces de ser amigos fieles durante todas las etapas
de su vida, probablemente hayamos ayudado a que su existencia haya
sido feliz.
Cuando un humano se enfrenta a la muerte de un allegado aparece el
duelo. Los seres humanos estamos preparados para resistir y
superar este tipo de situaciones. Aunque eso no quita que haya que
sufrirlo y digerirlo, pasando por las fases que lo caracterizan:
negación, ira, depresión y aceptación. Todo este proceso es normal
y natural, sano para nuestro equilibrio emocional. Hemos de tener en
cuenta el factor de la culpa ya que es algo que puede causar
problemas en el duelo y muchas situaciones de dolor desembocan en
ella.
Existen momentos terribles y muy delicados en la vida de algunos
perros que indican que, aunque el perro pueda vivir, su calidad de
vida no va a ser la que todos desearíamos. Aquí aparece la decisión
de aplicar la eutanasia, que debería descansar en la racionalidad
y en la búsqueda del mayor bien para el perro (lo que se llama
en bioética el principio de beneficencia). Como suele ser un momento
muy doloroso, nuestros sentimientos pueden jugarnos una mala pasada y
hacernos tomar decisiones equivocadas por lo que debe ser tomada con
convencimiento y seguridad.
Si nos sentimos tristes y nos apetece llorar, debemos hacerlo. Es así
de sencillo. Otra cosa sería si la situación no volviera a la
normalidad tras un tiempo razonable. Desde BuffCan os mandamos todos
nuestro apoyo para aquellas personas que se encuentren en esos
momentos difíciles.
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