Con la llegada del
buen tiempo, en el campo o incluso en los parques de las ciudades
crecen las espigas. Normalmente tienen una forma típica de arpón,
lo que permite que queden fuertemente enganchadas al pelo de los
perretes. Cuando se secan, es muy fácil que se introduzcan en la
nariz, ojos, que se claven en la piel ¡o incluso en las encías si a
vuestros perretes les gusta masticarlas como a los míos!
Las espigas
alojadas en los espacios interdigitales ( en las mollas) es muy
frecuente. Por ello deberemos observar bien a nuestros perretes
antes de que la espiga se clave profundamente. Si el perrete comienza
a cabecear bruscamente mientras estamos en la calle o al poco de
subir a casa, casi con toda seguridad tendrá una espiga alojada
dentro del oído (VER OTITIS DE OÍDO EXTERNO).
Otro sitio donde
las espigas pueden dar problemas es en la nariz. Si nuestro
perrete se ha clavado una ahí comenzará a estornudar, arrugar la
nariz, frotarse el hocico con las patas, etc. Puede que lo que hay
provocado esta irritación haya sido expulsado con los estornudos,
pero si la espiga no sale los síntomas irán empeorando y con el
tiempo podremos observar pus saliendo de la nariz de nuestro animal.